Se conoce como ureterocele a una malformación congénita que presenta un aumento de volumen en el extremo inferior del uréter (conducto que transporta la orina desde el riñón a la vejiga), producto de la formación de una dilatación quística. La incidencia de esta patología es baja afectando solo al 0.02% de la población, con mayor presencia en mujeres, y de igual frecuencia a la derecha que a la izquierda. También se puede presentar como sistema único.
El mayor problema que presenta es que el área dilatada pueda obstruir el flujo de orina haciendo que esta se acumule, lo que conllevaría a la expansión del uréter, asemejándose a un globo de agua. También puede provocar que esta se devuelva desde la vejiga hacia los riñones denominándose reflujo vesicoureteral (RVU). El ureterocele en la mayoría de los casos se presenta asociado a un doble sistema renal, aunque también puede aparecer como una malformación urinaria única, afectando, en ese caso, a más hombres que a mujeres. La clasificación de esta patología está dada de acuerdo a su ubicación y extensión, presentándose tres tipos diferentes:
Ureterocele ortotópico: la dilatación está únicamente dentro de la vejiga
Ureterocele ectópico: la dilatación se encuentra dentro de la vejiga, pero se extiende más allá del cuello vesical, u otras estructuras como la vagina.
Ceco- ureterocele: Solo se presenta en mujeres. El quiste es de gran tamaño y sale a través de la uretra apareciendo por la vagina cada vez que la niña hace fuerza o llora.
El diagnóstico de esta malformación se puede realizar en un 60 por ciento de los casos por medio de una ecografía antenatal puesto que hoy los profesionales tienen una excelente preparación y los equipos cuentan con tecnologías de punta para la detección de cualquier anormalidad en la formación. Este tipo de diagnóstico es muy útil puesto que los futuros padres pueden acudir a la consulta del urólogo pediatra quien los podrá orientar en los pasos que deberán seguir una vez que nazca el niño, tranquilizándolos respecto del pronóstico de su hijo.
Sin embrago, otras veces, el diagnóstico no es posible de realizar de forma antenatal y solo se descubre la existencia de esta malformación por la presencia de otros síntomas, sobre todo, porque el ureterocele predispone a infecciones urinarias recurrentes y, en el caso de extenderse hacia la uretra, puede obstruir completamente la salida de la vejiga lo que causa dolor y molestias. En la etapa preescolar, cuando los niños dejan los pañales, los pacientes afectados tienen dificultades para controlar los esfínteres, presentando disfunción miccional ya que el piso de la vejiga está ocupado, lo que provoca que constantemente tengan ganas de orinar y goteen. En un menor porcentaje de casos, el ureterocele no presenta síntomas y sólo es descubierto cuando se realiza una ecografía renal producto de otra afección.
Una vez que el niño diagnosticado antenatalmente con ureterocele nace, y en todos aquellos en los que se descubre esta malformación, el siguiente paso es estudiarlos.
El primer examen que se realiza es una ecografía renal y vesical que confirma la presencia del ureterocele, además, permite establecer el grado de dilatación del uréter afectado y determinar la existencia de un sistema renal único o doble. Luego, se realiza una uretrocistografía miccional para diagnosticar la presencia de RVU, en caso de estar ante un doble sistema, y porque también permite diagnosticar la posición del ureterocele en relación a la vejiga. El siguiente estudio consiste en un cintigrama dinámico MAG3 correspondiente a un examen de medicina nuclear que permite evaluar la función del riñón y el grado de obstrucción asociado al ureterocele. Finalmente, se realiza una cistoscopía que es examen y tratamiento a la vez. Esta consiste en introducir una pequeña cámara a través de la uretra para observar la obstrucción y, en caso de encontrarla, se descomprime inmediatamente.
El objetivo de todo tratamiento será eliminar la obstrucción, sin embargo, cada paciente recibirá terapia de acuerdo a los factores específicos que presente. Así, un ureterocele asintomático solo será observado a través del tiempo vigilando que los riñones del niño crezcan de manera adecuada hasta bien entrada la adolescencia, cuando hayan alcanzado su tamaño adulto, mientras que, si la malformación obstruye el paso de la orina se optará por descomprimir endoscópicamente el ureterocele para liberar el paso del flujo y si presenta reflujo vesico ureteral dar el tratamiento correspondiente a este.
En los casos en que se presenta ureterocele en un doble sistema renal cuyo polo superior haya perdido totalmente la función el tratamiento podrá consistir en una heminefrectomía que retira el segmento afectado, logrando una buena función vesical. Sin embargo, cuando sí existe función del polo superior o se sospecha que con la heminefrectomía se puede perder algo de función renal, y no hay reflujo en el polo inferior del riñón, el tratamiento consistirá en una uretero- uretero anastomosis lo que significa que el uréter del polo superior se conecta al del polo inferior y toda la orina drena hacia abajo siguiendo su curso normal.
Las situaciones más complejas se dan en aquellos pacientes que tienen RVU de alto grado y presentan ceco-ureterocele, pues requieren de más de una intervención quirúrgica debido al alto compromiso que presentan. En esos casos será necesario descomprimir endoscópicamente del ureterocele, reimplantar el uréter de forma adecuada en la vejiga, realizar una cirugía que solucione el problema del reflujo y, sobre todo, reconstruir el piso vesical para lograr una adecuada función miccional apoyando el tratamiento con kinesioterapia.
El pronóstico de los pacientes es excelente, con escasas complicaciones en la cirugía exceptuando aquellas propias de cualquier procedimiento que son sangrado e infección de la herida operatoria. Los niños pueden realizar una vida absolutamente normal, aunque deben realizarse controles anuales, con ecografía, hasta que hayan alcanzado su tamaño de adultos para verificar que los riñones crezcan de forma normal.
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