Gastrostomía
La Gastrostomía consiste en comunicar el estómago con la piel del abdomen en pacientes que tienen dificultad para tragar o lentitud para comer. Esto se debe a que tienen falta de continuidad en el tubo digestivo, es decir, tienen alguna falla que impide que pase la comida entre la boca y el estómago, entonces se recurre a una gastrostomía para poder alimentarlos directamente sin tener que pasar por la boca.
El procedimiento consiste en hacer una ventana en la pared abdominal que comunique el exterior con la cavidad gástrica. La incisión se realiza en la zona alta del abdomen, por el lado izquierdo del enfermo. El corte se estabiliza con un dispositivo especializado que puede ser una sonda o botón. Por la comodidad que significa para el paciente y el efecto cosmético, el botón es lo más usado hoy. Una vez instalado este mecanismo es fácil alimentar al niño ya que sólo basta con conectar una manguera al botón y, a través de ella, pasar comida casera molida mediante el uso de una jeringa. Con este sistema, darle la comida demora cinco minutos, en cambio, por la boca, si es que no quiere comer, no tiene apetito o le cuesta tragar, puede ser una tarea de todo el día.
Para ser candidato a una gastrostomía el paciente tiene que cumplir con dos requisitos:
- Tener una enfermedad demostrada que produzca dificultad para tragar, tal como estrechez del esófago, tumor en la garganta; una enfermedad neurológica que impida el movimiento normal del esófago como la acalasia, parálisis cerebral (probablemente la más frecuente) y malformaciones como la atresia esofágica.
- Tener un compromiso o una alteración en el crecimiento del niño.
Existen varias formas de hacer una gastrostomía, pero la más utilizada es la microscópica percutánea. Esta consiste en introducir un endoscopio por la boca hasta el estómago y, mirando desde adentro hacia afuera, iluminar. Desde afuera se ve la luz, y en ese lugar se pincha para pasar una guía flexible, que el endoscopio lo saca por la boca, desde ahí se engancha la sonda y se le hace salir hacia afuera. Es una maniobra que dura un par de minutos en manos hábiles, y que tiene un porcentaje de complicaciones extremadamente bajo.
El tiempo de permanencia de la gastrostomía en el paciente es variable y depende de la enfermedad y de la respuesta. Una vez que extraemos el mecanismo la herida cierra en cuestión de 24 horas, lo que es un beneficio, pero también un riesgo ya que si se sale accidentalmente, mientras el niño duerme, hay que acudir al hospital lo antes posible para volver a ponerla. Estos episodios no son frecuentes, pero es un riesgo del que los padres deben estar advertidos para saber cómo actuar. A veces ocurre que la sonda debe permanecer para siempre, sin embargo, los plazos nunca son menores a dos meses. Desde eso, hasta toda la vida. Si el tiempo que se calcula que va a durar la estrechez del esófago es menor a dos meses, se opta por la sonda nasogástrica. Por ejemplo, si someten al niño a una cirugía que conlleva hinchazón y le va a doler tragar, la alternativa es colocar una sonda para arreglar la situación puntual, pero si se calcula que va a estar dos meses alimentándose a través de ese mecanismo es mejor una gastrostomía. Al retirar el mecanismo, la herida sanará sola, pero en un grupo menor de pacientes el corte puede seguir filtrando durante uno o dos meses. Si vencido ese plazo no cicatriza la incisión conviene cerrarla de manera quirúrgica y no seguir esperando a que suceda de manera espontánea, pues ya se considera una fístula gastrocutánea.
El manejo habitual en la casa no duele y para el niño es absolutamente indiferente tener el botón o la sonda. Para alimentarlo se van pasando jeringas de 60 cc hasta completar 250 cc de la comida que quiera. Después, al terminar, hay que pasar un poco de agua para lavar el trayecto y que no queden grumos. Todo tiene que ser muy bien licuado para que las partículas que pueden obstruir la sonda no entren en el tubo, ya que podrían atascarse y tapar la sonda. Además, se debe procurar no sumergir al paciente, ni en la tina ni en la piscina, ya que a pesar de que las gastrostomías se suponen herméticas, siempre puede existir el riesgo de que no lo sean completamente. El niño, aparte de eso, puede hacer una vida normal que incluye deporte.
Una vez que se hace una gastrostomía vale la pena discutir la necesidad, o no, de una cirugía protectora del reflujo por el riesgo de que este aumente producto del procedimiento. La idea ha dominado durante mucho tiempo el consciente médico, sin embargo, y a pesar de aumentar los episodios de reflujo, medidos a través de la acidez esofágica, así como también mediante la actividad eléctrica del estómago y el cardias (esfínter que regula la entrada al estómago) se ha comprobado que la gastrostomía no produce un agravamiento del cuadro a un rango patológico, excepto en un grupo minoritario, menor al 10 por ciento. Esto confirma que es innecesario agregar una cirugía de este tipo cuando se realiza una gastrostomía.