biopsia
La biopsia pulmonar consiste en un procedimiento mediante el que se obtiene una pequeña porción de tejido del pulmón que luego es analizado bajo el microscopio. Su utilidad es netamente diagnóstica y se requiere para confirmar o descartar algún tipo de cáncer, así como también, enfermedades de origen micótico dentro del pulmón e, incluso, algunas patologías en las que el comportamiento clínico podría corresponder a dos o más opciones y los exámenes a través de imágenes no son suficientes para determinarla.
El primer paso consiste en realizar un escáner al paciente. El cirujano, a través de las imágenes, puede determinar qué porción pulmonar es la más adecuada para extraer, eligiendo algún territorio que esté comprometido y cuya muestra pueda ser significativa para la confirmación de la enfermedad que se sospecha.
Una vez que se ha determinado qué tejido se va a extraer, el paciente es llevado a pabellón. Ahí recibe anestesia general y se somete a un procedimiento mínimamente invasivo a través de toracoscopía. El cirujano realiza pequeñas incisiones mediante las que introduce una cámara y el instrumental necesario para retirar la porción pulmonar que será estudiada.
Cuando el cirujano logra entrar a la cavidad pleural debe generar un neumotórax en el paciente. Este se logra insuflando CO2 a través de una máquina con el objetivo de que el pulmón se contraiga, producto de la presión ejercida por el aire y, así, poder ver y maniobrar con mayor facilidad en el tórax.
A fin de poder extraer el segmento requerido, el médico puede optar entre diversas técnicas. Una de ellas consiste en introducir un endoloop, que se asemeja a un lazo preformado en una varilla. Una vez adentro, se estrangula la porción requerida y se retira por la misma herida por donde se introdujo el endoloop. Otra de las alternativas es meter un stappler que pone una triple línea de corchetes a cada lado de la línea de corte, con el propósito de que luego de que sea retirado el segmento de pulmón no filtre sangre ni aire, quedando ambos extremos sellados y sin necesidad de otras suturas. Independiente de cuál sea mecanismo escogido, una vez realizado el procedimiento se debe sacar una radiografía de tórax para comprobar que el pulmón se haya expandido completamente después del neumotórax.
Si bien es un procedimiento simple, el paciente debe permanecer internado entre 48 y 72 horas puesto que la herida requiere de un drenaje por donde se elimine el líquido serohemático que filtra desde el lugar de la incisión. Este líquido, formado por suero y sangre, cae a un recolector hermético, evitando que entren bacterias al espacio pleural.
Una vez que deja de salir el fluido el paciente es dado de alta, aunque debe permanecer dos semanas sin realizar actividad física.
El resultado de la biopsia, habitualmente, es indispensable para iniciar o modificar el tratamiento de la enfermedad de base.