Se define neumotórax como la entrada de aire en la cavidad pleural. El pulmón no está desnudo, sino cubierto por una membrana llamada pleura. Ella lo envuelve en un espacio cerrado, de forma tal de que si se lesiona el órgano y pierde aire, este se acumula produciendo presión contra el pulmón, porque el tórax no es expandible.
Es una de las enfermedades que tiene riesgo vital inminente. Los síntomas incluyen la sensación de falta de aire, y dolor punzante dentro del tórax, a cualquiera de los dos lados. La dificultad respiratoria es progresiva, es decir, una vez que comienzan los indicios de dolor y sensación de ahogo no desaparecen, por el contrario, se hacen cada vez más fuertes.
Lo habitual es que, producto de las molestias, los pacientes consulten en el servicio de urgencia. Dependiendo de la intensidad de la lesión pueden hacerlo a las pocas horas desde que se inicia el cuadro, o hasta dos o tres días a partir del momento en el que aparecieron las molestias, dependiendo del flujo de aire que salga desde el pulmón. El diagnóstico clínico es fácil y se confirma con una radiografía de tórax en la que se ve de forma evidente el aire acumulado. Para solucionarlo, se pincha la pleura a fin de descomprimir el pulmón. Una vez que se realiza la descompresión desaparece el riesgo vital.
Los neumotórax espontáneos se clasifican en primarios y secundarios. Los primarios se dan en pacientes sin lesiones pulmonares ni otras enfermedades conocidas. Generalmente se producen en adolescentes altos y flacos, con una mayor incidencia en hombres que en mujeres. Al examinar el pulmón de estos pacientes se observan blebs que son pequeñas ampollas de aire, de entre 8mm a 1 cm de diámetro ubicados, la mayoría de las veces, en el vértice del lóbulo superior o en el vértice del lóbulo inferior. Al reventar producen neumotórax.
Los secundarios por su parte, se producen en pacientes con daño pulmonar producto de malformaciones o enfermedades tales como el asma, la tuberculosis y el daño crónico por tabaco. En ellos se ven grandes estructuras cavernosas llamadas bulas. Estas corresponden a burbujas de gran tamaño las que al reventarse, filtran una cantidad importante de aire hacia la cavidad pleural.
Los neumotórax espontáneos tienen alta probabilidad de volver a aparecer por lo que la norma americana aconseja que, en el primer episodio, solamente se realice drenaje del aire a través de un tubo. Si el cuadro se repite, es necesario extraer el pedazo del pulmón en el que se encuentran los blebs (vértices de los lóbulos superiores o inferiores). Sin embrago, en nuestro país el manejo se realiza a través de cirugía desde el primer episodio. Debido a la diversidad de nuestra geografía, es impensable dejar a un paciente en riesgo sin operar. La probabilidad de que el cuadro reaparezca en algún lugar que no cuente con la adecuada infraestructura para intervenir es bastante elevada, poniéndolo en riesgo vital.
La cirugía es simple y se hace por vía toracoscópica, de forma mínimamente invasiva. Se entra por entremedio de las costillas con pequeños trocares de 5mm que una vez adentro se dilatan al diámetro de un dedo pulgar. Por ese mismo defecto se introduce un stappler que pone una triple línea de corchetes a cada lado de la línea de corte, con el propósito de que luego de que sea retirado el segmento de pulmón no filtre sangre, mucosidad ni aire, quedando ambos extremos sellados y sin necesidad de suturas. La operación es muy simple y tiene una duración aproximada de 45 minutos. No hay sangrado ni necesidad de romper costillas. La intervención quirúrgica termina con una pleurodesis. A través de este mecanismo se logra que la parrilla costal se vuelva adherente, producto de que se quema con electricidad o se erosiona mecánicamente. Así, en caso de que reaparezca el neumotórax, el pulmón no colapsará sino que quedará afirmado de las costillas, lo que disminuye el riesgo vital.
El paciente queda hospitalizado en la UCI 24 a 48 horas post operación para poder manejar el dolor que provoca la pleurodesis. Además, se deja un tubo pleural como mecanismo de seguridad por si filtrara sangre o aire. Después de este periodo se analiza si es pertinente retirar el tubo. De ser oportuno, el paciente puede ser dado de alta, de lo contrario, pasa a pieza hasta que el cirujano esté seguro de que los riesgos post operatorios han desparecido.
La recuperación es paulatina y el niño puede volver a sus actividades una semana después de la intervención, pero con bastantes cuidados y sobre todo sin verse expuesto a traumatismos, puesto que cualquier golpe podría causarle un nuevo neumotórax. El paciente está completamente sano dentro de un mes o 45 días. Pasado este periodo puede volver a hacer deportes y una vida normal.
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